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Un tema que siempre ha interesado a todo estudiante, por lo menos en mi época, era el de las técnicas de estudio, como retener lo máximo en el mínimo tiempo, la mía siempre ha sido la típica de hincar los codos, y muchas horas de dedicación. Para introducir el artículo viene a colación una historia ocurrida 5 siglos antes de Cristo, en Grecia, y que se supone es el origen del método de mejora de la memoria que nos ocupa:
Simónides de Ceos era un poeta lírico griego que fue invitado a un banquete de bodas para que amenizara la fiesta. En sus poemas alabó las virtudes del anfitrión, como tenía que ser, pero sobre todo alabó a dos héroes mitológicos, Cástor y Pólux, y esto le enfadó mucho a aquél, diciéndole al poeta que le pagaría la mitad de lo acordado y la otra mitad se la pagaría a Cástor y Pólux. Un poco más tarde un criado avisó a Simónides que saliera a la calle porque dos personas estaban preguntando por él, saliendo a continuación, pero no encontró a nadie fuera. Justo en ese momento el techo del salón se vino abajo aplastando a todos los invitados, incluido el anfitrión, por lo que el poeta pensó que ya había sido pagado por los héroes mitológicos a los que había alabado y según le había dicho el anfitrión.
Más tarde, Simónides fue requerido para que identificara los cadáveres, ya que habían quedado desfigurados y no podían ser identificados, sorprendentemente, los recordó a todos, porque recordaba el lugar donde estaban sentados. Simónides descubrió que una forma de recordar es asociar un lugar con lo que se quiere recordar, y esto es, en síntesis, el método loci, que significa en latín «lugares» (locus en singular).
Este método es de tipo nemotécnico, al que también se le ha llamado el palacio de la memoria y consiste en colocar los elementos que se quieren recordar en distintos lugares o contextos espaciales, según se van pasado por ellos. Vamos a verlo en un ejemplo práctico:
Para recordar una lista de la compra como la siguiente: pasta de dientes, caramelos, detergente, miel y azúcar, el primer paso es elegir un recorrido conocido, en casa o en cualquier lugar de la ciudad, e ir imaginando cada elemento en un sitio y con una circunstancia determinada: la pasta de dientes,por ejemplo, al salir del garaje, que es pisada por las ruedas del coche, los caramelos, al pasar por la guardería del barrio, el detergente, en un banco que está muy sucio, la miel, en una frutería junto al banco, y el azúcar, en la parada del tren. Este método es muy efectivo, y permite recuperar los elementos en cualquier orden y desde cualquier punto, de principio a fin, del tercero al primero, etc.
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