El error fundamental es la tendencia a atribuir la conducta de los demás exclusivamente a motivos personales internos, como un determinado carácter de la personalidad, dando poco peso a los motivos externos, como los factores sociales y ambientales que han podido influir en el comportamiento observado. Así, por ejemplo, suponemos que una persona tiene mal humor cuando puede que su comportamiento se deba a que tiene algún problema en su trabajo o se ha quedado en paro. Este error se puede explicar porque la conducta es lo primero que observamos en los demás, es la primera información que obtenemos de ella, considerándose a las circunstancias o la situación como un mero fondo. Otra explicación puede ser según la “hipótesis del mundo justo”, que teoriza que las personas obtienen lo que se merecen y merecen lo que obtienen, se atribuyen fracasos a causas internas más que a externas, (Melvin Lerner, 1977).
El sesgo o error del falso consenso es la tendencia a considerar que la forma de actuar o de pensar propia es generalizable a las demás personas, consideramos que el grado de acuerdo con los demás es mayor al real en cuanto a opiniones, creencias, valores o predilecciones. Se juzga la opinión de las demás personas que están más cerca a nosotros y que tienen opiniones similares a las nuestras. Bien porque los elegimos o porque los conocemos en lugares afines y son los que están «disponibles», tenemos los amigos que tenemos y sus opiniones o gustos son similares a los nuestros, por eso es normal que coincidan. Un ejemplo de este sesgo o error cognitivo sería pensar que todo el mundo está en contra del Gobierno porque en un «sondeo» entre nuestros amigos todos lo están, cuando en realidad puede ser que nuestro circulo de amistades que tenemos sí coincidan con nuestra opinión pero el resto no (puede que todos nuestros amigos estén en paro, por ejemplo)
Otro efecto común es el efecto actor u observador, similar al primero, que es la tendencia a atribuir las acciones propias a circunstancias ajenas a nosotros, a factores disposicionales o propios de la situación, mientras que un observador de estas mismas acciones las atribuiría a disposiciones personales nuestras. Si nos ponemos en una determinada situación, por ejemplo un accidente de tráfico, tendemos a atribuir a los demás causas personales en mayor medida que a nosotros mismos en esas circunstancias.Foto: Flickr.com
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