En el pasado siglo XX los psicólogos se ocuparon principalmente de las carencias y trastornos psicológicos: depresión, estrés, ansiedad, adicciones, trastornos de la alimentación, etc. De cada 100 artículos de psicología dedicados a la tristeza, solo se publica uno sobre la felicidad. Una psicología para este siglo debería ocuparse no solamente de reparar el daño psicológico, sino de estudiar las cualidades positivas para aumentarlas.
Los temas de la psicología positiva no son nuevos: estudios clásicos sobre apego, inteligencia emocional, conductas prosociales o valores humanos, pero fue Martin Seligman, en su discurso como presidente de la American Psychological Association, en 1998, quien señaló a la psicología positiva como una de las directrices básicas hacia la que debería ir la nueva psicología.
Son temas de la psicología positiva la felicidad, la motivación intrínseca, las ilusiones positivas, la sabiduría, el talento, los mecanismos adaptativos, la creatividad y el desarrollo humano óptimo. Y sus pilares básicos son el estudio de las emociones positivas (sobre todo las fortalezas y virtudes, pero también las habilidades como la inteligencia), de los rasgos positivos y de las instituciones positivas (como la democracia, las familias unidas y la libertad de información).
Aunque los datos científicos dicen que es poco probable que una persona cambie su nivel de felicidad continua, al igual que sucede con el peso corporal, que hace que quienes hacen dieta casi siempre recuperan los kilos perdidos, las personas tristes no son felices de forma duradera y las felices no se sienten tristes de forma duradera, EL MOVIMIENTO DE LA PSICOLOGÍA POSITIVA está demostrando que se puede vivir dentro de los límites más elevados del rango fijo de felicidad.
Así, las emociones positivas como la seguridad, la esperanza y la confianza son más útiles en momentos difíciles que en los fáciles. Comprender y reforzar instituciones positivas como la democracia, la unión familiar y la libertad de prensa cobran una importancia notoria.
Las fortalezas y las virtudes actúan a modo de barrera contra la desgracia y los trastornos psicológicos y pueden ser la clave para aumentar la capacidad de recuperación.
La Psicología positiva provee de las herramientas para identificar nuestros aspectos más positivos y desarrollarlos, con el objetivo de mejorar nuestra vida y las de la que nos rodean.
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