Desde que empecé a practicar paddle surf hace unos años me he preguntado qué impulsa a los riders del sup a afrontar largas y duras carreras de 12, 20 o, en algunas como la 11 City Tour, de ¡40 km por etapa!, realizando esfuerzos titánicos durante horas de puro sacrificio. Solo la preparación de estas pruebas requiere de un entrenamiento durante meses para alcanzar una preparación mínima óptima y finalizar cualquier competición. Son muchas horas de entrenamiento en el gimnasio y en el agua. Y son muchas las veces que se va a entrenar sin la suficiente motivación para darlo todo en el entrenamiento.
Si preguntamos qué les mueve a hacer semejantes esfuerzos a los que practican deporte un poco más en serio, tanto en el paddle surf, como en ciclismo, running u otros deportes, donde suelen organizarse pruebas autocalificadas como «xtrem» o «challenge», todos responden lo mismo: por satisfacción o reto personal. Disfrutan cuando entrenan duro, durante la competición, y después de las pruebas, aunque lo pasen mal en muchos momentos. Son experiencias únicas de esfuerzo y perseverancia, una lucha diaria contra el cansancio, el estrés y las lesiones, para conseguir el podio o «solamente» terminar la carrera.
Por mucho que hacer deporte produzca en el organismo sustancias que contribuyen el bienestar personal y reducen la sensación de dolor actuando como analgésicos naturales, y estimule la producción de endorfinas, las hormonas de la felicidad, es necesario que haya algo más, un motivo más fuerte para completar esas hazañas que vemos ya en cualquier prueba deportiva de la provincia. No es simplemente que un día nos levantamos por la mañana pensando «voy a empezar a correr a partir de hoy», como hizo Forrest Gump, es algo que llevamos en nuestros genes, en nuestro ADN, que nos impulsa y que nos hace sentir el deseo de hacerlo.
Planificar objetivos y ponernos metas cada vez más difíciles, superarnos a nosotros mismos y competir contra los demás, esforzarnos día a día en objetivos semanales para culminar nuestra meta, superar adversidades, frustraciones, luchar contra la mala suerte, el estrés y el cansancio del entrenamiento, las condiciones extremas a la prueba, caer y volver a levantarse las veces que haga falta, todo esto es, realmente, un simulacro de lo que mejor sabemos hacer y para lo que estamos diseñados los seres humanos: para vivir intensamente y para trabajar duro y superar las adversidades que se nos presente . Y como simulacro, practicar deporte nos puede valer para ser conscientes del potencial que tenemos para afrontar los otros retos de nuestra vida, además de los que nos brinda el deporte.
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