El duelo es una experiencia universal que puede ser definida como el proceso de adaptación a la pérdida de un ser querido. Es una experiencia de sufrimiento, pero también puede suponer una oportunidad de crecimiento y transformación (1). Para Engel (1969) el duelo no es una enfermedad, sino un proceso natural de sanación o adaptación a la pérdida de un ser querido. Las pérdidas implican un gran sufrimiento, limitado en el tiempo y con una evolución previsiblemente favorable. pero sólo una minoría de personas presentan trastornos psíquicos en el proceso de resolución.
Según la Clasificación Internacional de las Enfermedades -CIE-10 (OMS, 1992) las reacciones normales del duelo generalmente no exceden los 6 meses. Si no se afronta de manera funcional y el dolor interfiere significativamente en la vida cotidiana, y persiste al menos 12 meses sí es patológico, denominándose Trastorno de Duelo Complejo Persistente, que se caracteriza por disminución de la calidad de vida, comportamientos perjudiciales para la salud, mayor riesgo de padecer condiciones médicas graves, ideación suicida, y déficits en el funcionamiento laboral y social (APA, 2014).
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