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Desde los años 80 se impulsó la teoría de que el origen de la depresión estaría en un desequilibrio químico en el cerebro, y dicho sea de paso, esto supuso la reducción del estigma hacia las personas que padecen este tipo de trastornos, ya que a partir de entonces se podría dejar de atribuir a la personalidad, o la conducta particular de esos pacientes. Joanna Moncrieff es una psiquiatra británica que ha llevado a cabo un estudio sobre la teoría de la serotonina. La teoría de la serotonina es una idea ampliamente aceptada en la psiquiatría moderna, que sostiene que la depresión y otros trastornos del estado de ánimo son causados por un desequilibrio químico en el cerebro, específicamente una deficiencia en la producción de serotonina.
El estudio de Moncrieff, publicado en la revista científica Molecular Psychiatry, cuestiona esta teoría, argumentando que la evidencia científica que respalda la idea de que la serotonina es la causa de la depresión es débil y que los antidepresivos que supuestamente aumentan los niveles de serotonina en el cerebro no funcionan mejor que los placebos. Según el estudio se comprobó que las personas sanas no tienen mayor actividad de serotonina que las enfermas y que la reducción de los niveles de serotonina con fármacos no empeora el ánimo de los voluntarios de los experimentos realizados.
Moncrieff sostiene que la teoría de la serotonina es un constructo creado por la industria farmacéutica para promover la venta de antidepresivos, que son algunos de los medicamentos más vendidos en el mundo. Sugiere que el gran esfuerzo de investigación basado en la hipótesis de la serotonina no ha producido evidencia convincente de una base bioquímica para la depresión. Añade Moncrieff que los antidepresivos pueden tener efectos secundarios peligrosos y a menudo se recetan innecesariamente.
El estudio de Moncrieff ha generado controversia en la comunidad médica, con algunos expertos apoyando sus conclusiones y otros cuestionando su validez. Sin embargo, es indudable que su trabajo ha llamado la atención sobre la necesidad de una evaluación más rigurosa de la teoría de la serotonina y de los tratamientos para la depresión en general.
Este estudio es un importante recordatorio de que debemos ser críticos con las teorías y tratamientos que se presentan como verdades absolutas en la medicina y buscar siempre la mejor evidencia científica disponible para tomar decisiones informadas sobre nuestra salud.
Por otra parte, los psiquiatras afirman que la efectividad de los antidepresivos está demostrada en los ensayos clínicos y son un complemente válido a los tratamientos psicoterapéuticos. Otros profesionales afirman que la interpretación de los resultados es exagerado y que tal vez se estén medicando a demasiados pacientes con este tipo de medicamentos, cuando con sesiones de psicoterapia se podrían solucionar muchos problemas del estado de ánimo.
No es el cerebro el que provoca una depresión, la ansiedad o el desánimo, sino que ciertas circunstancias externas a la persona como la pobreza, la deuda, el divorcio, el abuso infantil y la soledad, pueden ser factores predictivos para determinar si alguien experimentará depresión o no. Para ayudar a las personas a superar la depresión, se propone abordar estos problemas a través de la terapia, la meditación, y medidas de tipo social, en lugar de recurrir a medicamentos al primer síntoma detectado y primera visita al médico.
Aquí podéis leer el artículo completo.
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