Positividad y longevidad: ¿puede una actitud optimista alargar la vida?
En las últimas décadas, la ciencia ha investigado intensamente por qué algunas personas viven más tiempo y con mejor salud que otras. La genética, el estilo de vida, la nutrición y la atención médica son factores evidentes. Sin embargo, un campo emergente ha puesto el foco en un elemento menos tangible pero igualmente poderoso: la positividad.
La pregunta es clara: ¿puede una actitud optimista marcar la diferencia en cuánto y cómo vivimos? La longevidad es un fenómeno multifactorial, no depende de una sola variable, sino de la interacción de múltiples factores: Biológicos: predisposición genética, inflamación, reparación celular. Conductuales: dieta, ejercicio, hábitos de sueño. Sociales: red de apoyo, sentido de comunidad. Psicológicos: emociones, resiliencia, propósito vital y optimismo. Cada uno de estos aspectos contribuye a la manera en que envejecemos. Pero lo novedoso es que los factores psicológicos —tradicionalmente menos valorados frente a los biomédicos— parecen tener un peso significativo en la salud y la supervivencia.
Optimismo y longevidad: la evidencia científica.
Uno de los estudios más influyentes mostró que las personas más optimistas tienen entre un 11 y un 15% más de esperanza de vida, y mayor probabilidad de alcanzar edades avanzadas (85 años o más), incluso después de controlar por factores como depresión, condiciones médicas, nivel socioeconómico o hábitos de vida (Lee et al., 2019). Esto indica que el optimismo es un recurso psicosocial independiente y protector.
Otros trabajos confirman esta correlación. Una revisión sobre subjetive well-being (bienestar subjetivo) encontró que la satisfacción vital, las emociones positivas y la ausencia de emociones negativas predicen mejor salud y longevidad, incluso controlando factores de salud inicial (Diener & Chan, 2010).La consistencia de los resultados se ha replicado en diversos contextos. En la Women’s Health Initiative, con más de 150.000 participantes, las mujeres más optimistas vivieron más tiempo y con mejor salud en comparación con las menos optimistas, y el efecto se mantuvo en distintos grupos raciales y étnicos (Cobert & O’Donovan, 2022); (Koga et al., 2022). Además, un análisis sobre envejecimiento saludable mostró que las personas más optimistas tenían un 32% menos de riesgo de desarrollar enfermedades crónicas, deterioro cognitivo o limitaciones físicas, lo que sugiere que el optimismo no solo alarga la vida, sino que también preserva su calidad (Kim & Grodstein, 2018).
Mecanismos: ¿cómo influye la positividad en la salud y la longevidad?
Los investigadores plantean varios mecanismos que explican esta conexión:
1. Reducción del estrés crónico. El optimismo amortigua el impacto del estrés, reduciendo la activación sostenida del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal. Menos cortisol y menor inflamación se traducen en un envejecimiento más lento y menor riesgo de enfermedades cardiovasculares y metabólicas.
2. Hábitos de vida más saludables. Las personas optimistas tienden a ejercitarse más, seguir dietas equilibradas, dormir mejor y evitar conductas de riesgo como el tabaquismo o el abuso de alcohol (Quattropani et al., 2022). Aunque los estilos de vida explican parte de la relación, no la agotan, lo que sugiere que el optimismo tiene efectos directos sobre la biología.
3. Resiliencia y afrontamiento. Una mentalidad positiva favorece estrategias de afrontamiento activas frente a la adversidad, lo que protege la salud mental y física. En situaciones como la pandemia de COVID-19, los mayores con altos niveles de optimismo mostraron mejor calidad de vida y capacidad de adaptación (Quattropani et al., 2022).
4. Efectos biológicos directos. Existen evidencias de que la positividad está asociada a menor inflamación sistémica, mejor función inmune y mayor salud cardiovascular (Hernandez et al., 2018).
El papel de la cultura y los matices.
No obstante, los hallazgos no son universales. Un estudio con más de 10.000 adultos mayores en Japón no encontró relación significativa entre optimismo y longevidad, lo que sugiere que la influencia de la positividad puede variar según el contexto cultural (Okuzono et al., 2022). Esto invita a considerar que los significados y manifestaciones del optimismo no son idénticos en todas las sociedades.
¿Es el optimismo un rasgo fijo o se puede cultivar? Otra cuestión clave es si la positividad es innata o entrenable. La investigación sugiere que, aunque el optimismo disposicional es relativamente estable a lo largo de la vida, se pueden generar cambios mediante intervenciones psicológicas como la terapia cognitivo-conductual, la psicología positiva o prácticas de gratitud y mindfulness (Ottenheim, 2012). Incluso pequeñas variaciones sostenidas en el tiempo pueden tener un impacto en la salud general. Además, la combinación de gratitud y optimismo ha mostrado potenciar el bienestar psicológico, fortaleciendo relaciones y promoviendo la resiliencia (Arora et al., 2023).
Positividad realista vs. positividad tóxica. Es importante distinguir entre un optimismo realista, que reconoce las dificultades y busca afrontarlas de manera constructiva, y una positividad tóxica, que niega o reprime emociones negativas. La evidencia muestra que lo que protege es la tendencia a esperar resultados positivos y actuar en consecuencia, no la negación de la realidad.
Vivir más y mejor con optimismo.
La investigación científica respalda de manera consistente que la positividad y, en especial, el optimismo, están vinculados con una mayor longevidad y mejor calidad de vida. Aunque la genética y los hábitos de vida siguen siendo fundamentales, cultivar una mentalidad positiva se presenta como una estrategia accesible y poderosa para envejecer con salud.
El mensaje es claro: no solo se trata de añadir años a la vida, sino vida a los años. Y la forma en que interpretamos el futuro puede ser una de nuestras herramientas más eficaces para lograrlo.
La positividad sí influye en la longevidad. Las personas optimistas viven más, con mejor salud física y mental, gracias a la reducción del estrés, mejores hábitos, resiliencia y efectos biológicos directos. Y aunque parte del optimismo es innato, existen maneras de cultivarlo, haciéndolo un recurso terapéutico valioso en psicología.
Fuentes:
Optimismo y longevidad excepcional
- Lee, L. et al. (2019). Optimism is associated with exceptional longevity in 2 epidemiologic cohorts of men and women.
Enlace al estudio
Bienestar subjetivo y longevidad
- Diener, E., & Chan, M. Y. (2010). Happy People Live Longer: Subjective Well-Being Contributes to Health and Longevity.
Enlace al estudio
Optimismo y longevidad en distintos grupos raciales/étnicos
- Cobert, J., & O’Donovan, A. (2022). Dispositional optimism and positive health outcomes: Moving from epidemiology to behavioral interventions.
Enlace al estudio - Koga, H. K. et al. (2022). Optimism, lifestyle, and longevity in a racially diverse cohort of women.
Enlace al estudio
Optimismo y envejecimiento saludable
- Kim, E. S., & Grodstein, F. (2018). Optimism and Healthy Aging in Women and Men.
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Optimismo, resiliencia y afrontamiento en el envejecimiento y la pandemia
- Quattropani, M. C., Sardella, A., & Basile, G. (2022). The other side of the coin: Dispositional optimism, frailty, and negative life events in aging.
Enlace al estudio
Optimismo y longevidad en Japón (variación cultural)
- Okuzono, S. et al. (2022). Optimism and Longevity Among Japanese Older Adults.
Enlace al estudio
Estabilidad y cambios del optimismo a lo largo de la vida
- Ottenheim, N. (2012). Psychosocial and biological aspects of dispositional optimism at old age.
Enlace al estudio
Gratitud, optimismo y bienestar psicológico
- Arora, P. et al. (2023). Impact of Gratitude and Optimism on Psychological Well-Being.
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Bienestar psicológico y salud física
- Hernandez, R. et al. (2018). Psychological Well-Being and Physical Health: Associations, Mechanisms, and Future Directions.
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