Estás en el cine. La película es terrible. El guion no tiene sentido, los actores sobreactúan y todavía falta hora y media para que termine. Sabes perfectamente que no va a mejorar. Sin embargo, te quedas clavado en la butaca hasta los créditos finales.
¿Por qué?
La respuesta que te das a ti mismo suele ser: «Bueno, ya he pagado la entrada (o ya llevo media hora viéndola), no voy a tirar el dinero/tiempo a la basura».
Enhorabuena, acabas de caer en la Falacia del Costo Hundido.
La lógica de la pérdida
La Falacia del Costo Hundido (o Sunk Cost Fallacy) es la tendencia irracional a continuar una actividad solo porque ya hemos invertido recursos en ella (dinero, tiempo o esfuerzo), incluso cuando continuar nos va a costar aún más recursos y no nos va a dar ningún beneficio.
Es una trampa mental porque el cerebro confunde dos cosas:
- El Pasado (Costo Hundido): El dinero de la entrada ya se ha ido. Te quedes o te vayas, no va a volver. Es un costo «hundido», irrecuperable.
- El Futuro (Costo de Oportunidad): ¿Quieres gastar, además del dinero, 90 minutos más de tu vida sufriendo?
Un ser racional diría: «El dinero lo perdí al comprar el ticket. Mi tiempo actual vale más que esta tortura. Me voy». Pero el ser humano no es racional, es aversivo a la pérdida. Odiamos sentir que hemos «desperdiciado» algo, así que preferimos desperdiciar un poco más para justificar la primera inversión.
El Efecto Concorde: Un error de mil millones de dólares
Este sesgo es tan potente que no solo afecta a personas individuales, sino a gobiernos enteros. El ejemplo más famoso es el del avión supersónico Concorde.
Durante su desarrollo en los años 60, los gobiernos de Francia y Reino Unido se dieron cuenta pronto de que el proyecto no iba a ser rentable. El avión consumía demasiado combustible y hacía demasiado ruido. Económicamente, era un desastre anunciado.
¿Lo cancelaron? No. Siguieron inyectando millones durante décadas. ¿La razón? «Ya hemos gastado demasiado dinero como para parar ahora».
El resultado fue que gastaron mucho más dinero del que habrían perdido si hubieran cancelado el proyecto a tiempo. Por eso, en economía y psicología, a veces se le llama la Falacia del Concorde.
Dónde se esconde en tu vida diaria
No hace falta construir aviones para arruinarse con este sesgo. Probablemente lo sufres en:
- Relaciones tóxicas: «Llevamos 5 años juntos, no voy a tirar todo ese tiempo por la borda ahora, aunque seamos infelices». (Spoiler: Los 5 años ya pasaron. La pregunta es si quieres ser infeliz el año 6).
- Proyectos o Negocios: «He invertido 3.000€ en esta web que nadie visita. Voy a gastar otros 1.000€ en publicidad a ver si arranca».
- Libros aburridos: «Voy por la página 50, tengo que terminarlo».
- La comida: «Estoy llenísimo, pero no voy a dejarme esto en el plato con lo que ha costado». (Tu cuerpo no es un cubo de basura; comértelo sin hambre es otro tipo de desperdicio: de salud).
Cómo escapar de la trampa
El costo hundido nos atrapa porque miramos hacia atrás (lo que invertimos) en lugar de hacia adelante (lo que ganaremos). Para desactivarlo, usa la técnica del «Director Nuevo».
Imagina que eres el CEO de una empresa (o de tu vida) y has tomado una mala decisión que te está costando dinero/tiempo. Te despiden. Ahora contratan a un Director Nuevo que llega fresco, sin apego emocional a las decisiones del pasado. Se sienta en tu silla, mira los números fríamente y se pregunta:
«Sabiendo lo que sé hoy, ¿invertiría en este proyecto/relación/película si empezara desde cero?»
- Si la respuesta es SÍ, continúa.
- Si la respuesta es NO, cancela inmediatamente.
Al Director Nuevo le da igual lo que gastaste hace un año. Solo le importa si la siguiente hora o el siguiente euro van a ser rentables. Sé tu propio Director Nuevo. Aprende a decir: «Lo bailado, bailado está. Lo perdido, perdido está. Me voy del cine».



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