Psicobiología. Muchos de los conflictos entre madre-feto o madre–hijo pueden explicarse con la Ley de Hamilton. Esta ley establece una relación matemática entre el coste reproductivo y el beneficio reproductivo que el receptor obtiene, multiplicado por el grado de parentesco entre ellos, en este caso madre-descendiente, traduciendo: el beneficio reproductivo (uno de los dos objetivos biológicos, junto con el de la supervivencia) multiplicado por el parentesco, en el caso de madre hijo es 0,5 porque la mitad de su herencia es de la madre, tiene que ser mayor que el coste, es algo lógico, se hace algo para obtener un beneficio. Otro concepto importante es el de altruismo reproductivo: es el esfuerzo que un individuo realiza en beneficio de otro y a costa de renunciar a tener más descendientes directos, los padres que cuidan a sus hijos son altruistas porque renuncian a tener más hijos para que los suyos los tengan en un futuro. Un ejemplo de esto se da en las abejas obreras, que renuncian a su descendencia a favor de sus hermanas, y esto lo hacen porque les interesa, ya que el resultado final es que aumentan la representación de sus genes en la población. Volviendo a la ley, el beneficio obtenido con su decisión multiplicado por el parentesco tiene que ser mayor que el coste, con esto maximizan su éxito reproductivo.
Veamos un ejemplo práctico, el caso de los abortos espontáneos, que se dan en un porcentaje muy alto, un 80%, en las primeras semanas y que pasan inadvertidos. Muchos de estos casos se deben a anomalías genéticas, y esto supone una ventaja para la madre, porque no pierden el tiempo en desarrollar ese feto que podría tener problemas en el futuro, de cara a su altruismo reproductivo. Sin embargo, mientras mayor es la madre, menos exigente se vuelve, hablando biológicamente, porque le quedan pocas oportunidades de ser madre y cumplir con su objetivo de que sus genes no se pierden, por eso se reducen los abortos espontáneos y aumenta el riesgo de que nazcan niños con defectos genéticos.
Otro ejemplo no menos sorprendente es el caso de los infanticidios. Está demostrado estadísticamente que la edad del hijo es una variable fundamental en los infanticidios, mientras menos edad tiene el hijo, más probabilidad tiene de sufrirlo. La madre tomará la decisión, cuando no haya invertido demasiado en la crianza, ya que le interesará renunciar a su hijo pronto y esperar que las condiciones mejoren para volver a tener otro (condiciones económicas, psíquicas, de su entorno,…) para maximizar su éxito reproductivo. Otra variable es la edad de la madre, mientras más jóven mayor es la probabilidad de que ocurra el infanticidio porque tiene más oportunidades para serlo, como el caso anterior.
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