Las profecías autocumplidas

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Las profecías autocumplidas, también llamadas el efecto pigmalión se producen cuando se generan unas expectativas que nos hacen actuar de una determinada manera, y esta forma de actuar influye en el resultado final, en otras palabras: una persona consigue lo que previamente se ha propuesto a causa de la creencia de que puede conseguirlo.

  Este fenómeno tiene implicaciones en muchos aspectos de la vida, como el educativo, el laboral o el médico, pero fue en el primero donde se demostró de forma clara.

  Los psicólogos Rosenthal y Jacobson, en 1968 realizaron un experimento en un colegio de San Francisco (EE.UU.) que mostró que las expectativas de los profesores con respecto a sus alumnos tienden a cumplirse. Les dijeron a los profesores que se había realizado un test de inteligencia y les dieron los resultados de los niños con mejores puntuaciones, aunque en realidad lo que recibieron fue los datos de un grupo de niños elegidos al azar, y el objetivo era comprobar si su nueva forma de ver a los estudiantes influía en su comportamiento hacia ellos. Cuando acabó el curso se realizó una prueba a todos los alumnos, comprobándose que el grupo de los mejores, según la creencia de los profesores, había mejorado realmente su puntuación.

  Los profesores generaron expectativas falsas sobre la capacidad de los supuestos mejores estudiantes, por lo que les dedicaron más atención y los estimularon más, con el resultado de que al final del año académico obtuvieron mejores resultados.

  Hay una frase que me gusta mucho y que se ajusta perfectamente a este fenómeno: “lo consiguieron porque no sabían que era imposible”.

p.d: el nombre del efecto viene de un escultor griego llamado Pigmalión, que se enamoró de una de sus obras, la Galatea. Tal fue su amor por la escultura que la trató como si fuera una mujer real. La diosa Afrodita, al ver lo mucho que le quería, le concedió el deseo de convertirla en mujer.

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