El neuropsicólogo Richard Gregory (1923-2010) afirmó que los objetos de este mundo tienen esa apariencia por la interpretación que hace de ellos el cerebro. En el caso de los colores, el cerebro está a oscuras y el procesamiento se hace a base de impulsos nerviosos, que no tienen nada que ver con el azul o el blanco, de hecho, todas las sensaciones que percibimos a través del tacto, la visión, o el sonido se codifican de la misma forma y se transladan al cerebro como impulsos nerviosos todos ellos iguales. Aunque los receptores sensoriales son distintos, la codificación y transmisión al cerebro es la misma, a través de impulsos nerviosos, y el que experimentemos dolor o calor, depende de la parte del cerebro a donde lleguen los impulsos nerviosos, donde se descodifican.
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Entonces, no se puede afirmar que una piedra sea gris, o un perro marrón, por ejemplo, ya que esa es sólo la interpretación que hace nuestro cerebro. «El color se crea en el cerebro y se proyecta, psicológicamente sobre el objeto, todo está en él». Dicho de otro modo, si no existiéramos nosotros no existirían los colores en el universo.
Esto me hace pensar cómo podría ver un ser de otro universo la Tierra, los ríos, los animales,…
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