Ya queda poco para 2012, el año en que algunos vaticinan que acabará todo, se podría haber vaticinado que saldría un televisor con marca de manzana o que se podrá pagar sin euros, con una cajita negra que llevaremos siempre en el bolsillo ( y que también la hay en blanco), pero no, ya puestos, se vaticina el fin del mundo, nada menos; y hay tantas fechas del fin del mundo, que al final terminarán acertando.
Pero, qué pasa cuando creemos en algo que va a ocurrir y después se desconfirma. La teoría del psicólogo Leon Festinguer, la Teoría de la disonancia cognitiva, puede explicar, entre otras cosas (le dedicaré un post), como nos “adaptamos” al cambio de las expectativas y, en el caso de los anuncios catastrofistas, darse el efecto contrario, se refuerza la creencia.
Según Festinger (1957) la existencia de cogniciones que no son coherentes o no están en consonancia entre sí produce en la persona un estado psicológico de incoherencia, de disonancia, que es incómodo y que la persona se esforzará en paliar intentando hacer esas cogniciones más coherentes. La disonancia cognitiva se basa en el conflicto entre las ideas, creencias y emociones por un lado, y nuestras actitutes por otro,. Cuando se espera que se cumpla la profecía y no es así, entonces se reacciona, cambiamos nuestra forma de pensar para que sea coherente con la realidad. Festinger antes de publicar esta teoría publicó “Cuando la Profecía Falla: Un estudio social y psicológico de un moderno grupo que predice la destrucción del mundo” (1956), fruto de un estudio que hizo junto a otros investigadores. Se infiltraron en una secta que había anunciado que serían abducidos por unos extraterrestres con los que se comunicaban, su objetivo era estudiar que pasaba cuando las creencias de sus integrantes no se cumplían. Cuando llegó la fecha y no ocurrió nada, se produjo la disonancia entre lo que creían y la realidad. La respuesta del jefe de la secta fue que, gracias a las plegarias del grupo, Dios había salvado al mundo, por lo que los creyentes hicieron un reajuste en sus creencias añadiendo esta última para que fueran consonantes con los hechos ocurridos.
Otro ejemplo de sucesivos fracasos en predicciones y que aún así continúa es el movimiento de la Watchtower (Testigos de Jehová) con más de 110 años de actividad. El fracaso de la predicción del fin del mundo en 1975 tuvo como resultado que sólo disminuyó el número de sus creyentes en menos de un 2%. La Watchtower argumentó con ciertas explicaciones astutas concerniente a sus cambios de fecha. Hoy día, la Watchtower crece a una velocidad de aproximadamente un 5% por año en todo el mundo, con 3,7 millones de personas tocando las puertas de los hogares y con 9 millones de simpatizantes.
Hablando del fin de nuestros días, una frase que viene al caso:
Vive como si fuera el último día de tu vida, pero aprende como si fuese el primero.
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