Una cita del filósofo Arthur Schopenhauer sobre la arrogancia de las fortalezas para leer detenidamente:
«Cuando hemos reconocido de una vez por todas nuestros fallos y deficiencias lo mismo que nuestras características buenas y capacidades, y hemos puesto nuestras metas de acuerdo con ellas, conformándonos con el hecho de que ciertas cosas son inalcanzables, entonces evitamos de la manera más segura y en la medida en que nuestra individualidad lo permite el sufrimiento más amargo, que es el descontento con nosotros mismos como consecuencia inevitable del desconocimiento de la propia individualidad, de la falsa presunción y la arrogancia que resulta de ella». (El arte de ser feliz, p.57).
Según la psicología positiva, creada por Martin Seligman, hay que ser feliz y sentirse bien siempre, ese es el objetivo en la vida. Esta psicología ha tenido mucho éxito en los últimos años y se les ha unido a estos psicólogos coaches y oradores de la autoayuda y la motivación. Libros de éxito como «El secreto», que empecé a leer y lo tuve que dejar por lo «infumable» que era, promulgan la felicidad y el pensamiento positivo, dicen «eres lo que piensas». Otro libro, «La ciencia de la felicidad» de Sonia Lyubomirsky, descubre la fórmula científica de la felicidad H= S+C+A, siendo estas iniciales Felicidad, Situación de partida, Circunstancias de la vida y Actividad deliberada, supone una base científica que no la tiene, más bien es una ecuación pseudocientífica. A pesar del éxito de este tipo de libros llegando a ser betsellers, más que literatura científica son retórica cientifista. Citando a Vázquez y Hervás (2009b,p.131, énfasis en el original) «a pesar de lo que pudiera esperarse, otros factores económicos (como el acceso a agua potable o niveles de malnutrición), relacionados con la libertad (por ejemplo, la posibilidad de divorcio, derecho al aborto o tasas de suicidio), con la igualdad y el clima social (tasas de analfabetismo, confianza en la familia y otras instituciones o tasas de desigualdad social, etc) o con la presión demográfica (tasa de natalidad, densidad de población, etc) no parecen guardar relación significativa con la felicidad de la gente».
Entonces, ¿cual es el éxito de la psicología positiva? Un trabajo de Mongrain y Anselmo-Mattews, 2012 replica uno anterior de Seligman en que mostraba que realizar ejercicios de psicología positiva generaba mejoría en determinadas intervenciones terapéuticas. Los resultados de este último estudio demostraron que los ejercicios de psicología positiva se equiparaban al efecto placebo, contradeciendo al de Seligman. Realmente lo positivo, valga la redundancia, de la psicología positiva es la característica común a todo afrontamiento de un problema, que es de sentido común: la conveniencia de mantener una actitud abierta facilita el proceso de comprensión y aprovechamiento de recursos para superar los problemas.
La tiranía de la felicidad, en el sentido de ser feliz a toda costa, puede ser más perjudicial que beneficioso, si no puedes poner buena cara con los problemas te puede hacer sentir que has fracasado. Y esto sí pudiera ser psicopatológico: Harris (2010) lo llamó la trampa de la felicidad.
Para terminar otra cita, de Miguel Costa y Ernesto López (2008): «Con la solemne proclamación de las emociones positivas, y en particular, de la felicidad, como la nueva Ítaca a la que todos debemos llevar nuestra nave, podemos estar provocando paradójicamente, una epidemia de frustración y de emociones negativas en todos aquellos que vivien como una calamidad no haberla alcanzado todavía». Citas tomadas del artículo de Marino Pérez-Álvarez, Universidad de Oviedo, 2012, publicado en http://www.papelesdelpsicologo.es
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