La psicología estudia el razonamiento distinguiendo entre razonamiento deductivo y razonamiento inductivo. El primero es el que parte de unas premisas para alcanzar una conclusión, siendo ésta irrefutable con respecto a las primeras, un ejemplo sería “si es lunes me pongo la camisa blanca/ es lunes/ por lo que me pongo la camisa blanca”. En el segundo el argumento o la conclusión a la que se llega es sólo probable, será más o menos fiable en una determinada probabilidad.
Con esta base se compara el rendimiento humano con los modelos deductivos e inductivos, encontrándose que se producen errores o sesgos como el siguiente:
El problema de los taxis, de Kahneman y Tversky:
En una ciudad hay dos compañías de taxis, los de color azul y los de color verde, siendo el 85% azules y el resto, un 15%, verdes. Un día hubo un accidente y el causante, que era taxista, se dio a la fuga. La policía encontró un testigo que aseguró que el taxi que provocó el accidente era verde. A este testigo se le hizo un prueba de memoria en la que se estimó que en un 80% de los casos podría recordar correctamente el color de los coches, y en un 20 % no.
Pregunta: ¿De qué color crees que es más probable que sea el taxi que se dio a la fuga?
La mayoría de las personas responden que el taxi será con mayor probabilidad verde, cuando, haciendo cuentas, la probabilidad mayor es azul, ya que la mayoría de ellos son azules (85%).
Esto es así porque normalmente nos apoyamos en los testigos o testimonios de otros que en los datos fiables que tenemos. Se le da más relevancia a un información que a otra. Se considera más relevante al probabilidad de acierto del testigo (85%).
Si cambiamos el primer enunciado por “el 85% de los taxis que tienen accidentes son azules”, entonces sí nos fijaríamos en estas probabilidades iniciales para responder al problema. Foto de Flickr
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