Hace tiempo los psicólogos observaron que niños que se habían criado en ambientes marginales al llegar a la edad adulta se habían convertido en hombres y mujeres felices, sanos y adaptados. Esto evidenció que las circunstancias ambientales influyen pero no determinan el futuro y que el individuo puede poner de su parte mediante un papel activo en su desarrollo.
La resiliencia es la capacidad que tenemos para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas y salir fortalecidos de ella. Desde la psicología positiva, se centra en las capacidades valores y atributos positivos de las personas, al contrario de la psicología tradicional, que lo hace en las debilidades y patologías.
“La resiliencia es un proceso dinámico, constructivo, de origen interactivo, sociocultural que conduce a la optimización de los recursos humanos y permite sobreponerse a las situaciones adversas. Se manifiesta en distintos niveles del desarrollo, biológico, neurofisiológico y endocrino en respuesta a los estímulos ambientales.”
Kotliarenco, María Angélica y Cáceres, Irma. (2011)
“Habilidad para resurgir de la adversidad, adaptarse, recuperarse y acceder a una vida significativa y productiva”.
ICCB, Institute on Child Resilience and Family (1994)
Este término también se usa en física para designar a aquellos materiales que pueden recobrar su estado inicial tras haberse sometido altas presiones. Algo similar ocurre en las personas, la resiliencia es la capacidad de superación de las adversidades, para volver al estado incial. Por otra parte, la resiliencia no es una rasgo que se tiene o no se tiene, son conductas que pueden aprenderse y desarrollarse.
Factores como estilos de afrontamiento, empatía, habilidades en la resolución de problemas, o una actitud positiva favorecen su desarrollo.
Foto: Fickr
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