
La motivación es el arma perfecta para alcanzar nuestros objetivos en el deporte. Descubrir cómo aumentarla puede ser clave a la hora de parar la ya considerada epidemia de obesidad mundial actual (según datos de la Organización Mundial de la Salud un tercio de los mayores de 20 años tienen sobrepeso y un 11% son obesos, esto se da especialmente en EE.UU).
La verdad es que se están haciendo muchos esfuerzos en campañas y hay mucha información sobre los beneficios del deporte -y no digamos el auge las modas como el running. Ahora unos investigadores de la Universidad de Hampshire (Biondilillo, 2014) han descubierto que los recuerdos de nuestra memoria autobiográfica (la de nuestros recuerdos de las cosas que nos pasan) de ejercicios que hemos realizado anteriormente puede mejorar el rendimiento deportivo.
Tomando como base la motivación, para comprobar esto realizaron un experimento en el cual a un grupo de estudiantes se les hizo una encuesta sobre evaluaciones de actitudes relacionadas con el ejercicio y la motivación y a continuación les hicieron pensar en una experiencia positiva o negativa, el resultado fue que con estos recuerdos fueron más propensos a hacer deporte en el futuro que un tercer grupo de control que no tuvieron esos recuerdos. Los que pensaron en experiencias negativas tuvieron niveles de motivación intermedios.
Un trabajo similar sobre el recuerdo de experiencias previas y como afecta al rendimiento es el de Kuwabara y Pillemer (2010) en el que estudiaron la relación positiva entre el nivel de donaciones para una universidad y los recuerdos anteriores positivos sobre esa determinada universidad. Otro interesante estudio fue el de Pezdek y Salim (2011) en el que encontraron correlaciones entre mejores resultados en actividades como hablar en público y recuerdos sobre intervenciones en público positivas.
Está claro que la motivación mueve montañas.
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