Nadie está libre de ser víctima de una catástrofe, un terremoto, una accidente de tren, o cualquier otro acontecimiento trágico en nuestras vidas que puede hacernos sentir determinadas emociones o pensamientos, y estos suelen ser comunes a todas las víctimas. La Clínica Universitaria de Psicología, de la Universidad Complutense de Madrid ha editado una guía para conocer las reacciones humanas ante las catástrofes, y comprender que son el modo normal de responder a dichas tragedias, aunque cuando las sentimos en primera persona nos parezcan únicas y extraordinarias.
Estos son algunos de los pensamientos que suelen afloran en las víctimas de catástrofes:
-Los fashbacks, o imágenes y pensamientos del desastre que se nos vienen a la cabeza y no podemos evitar.
-Las pesadillas sobre temas relacionados y sus consecuencias.
-El desorden de los recuerdos sobre lo que ha pasado.
-Problemas de concentración, atención y memoria.
-Desear venganza hacia los que provocaron la tragedia, en el caso de catástrofes provocadas por el hombre.
-Desconfiar de todo y de todos.
-Dudar de todo en lo que creíamos, perder la confianza en un mundo justo, de nuestro sistema de creencias, nuestra fe.
-Pensamientos de culpa por no haber hecho algo que nos hubiera salvado, en lugar de pensar que las situaciones escapan sin poder remediarlo a nuestro control.
-Darse cuenta de la propia vulnerabilidad. Pensar que en cualquier momento se puede perder todo, la propia vida y a las personas cercanas, con lo que se pierde la ilusión de control con la que acostumbramos a vivir.
-Se buscan explicaciones lógicas a lo ocurrido, por qué ha pasado, para qué ha pasado. Hasta que finalmente debemos aceptar que no se pueden dar respuestas lógicas a hechos ilógicos.
-Es normal también que evitemos pensar en lo que nos ha pasado, negándolo incluso y olvidando algunos aspectos del hecho traumático. Esta reacción tiene como fin atenuar el sufrimiento en los primeros momentos.
Por otra parte, hay también una reacción fisiológica de nuestro cuerpo que en un principio se activan para salir de la situación de peligro pero que pueden mantenerse una vez pasado ésta durante algún tiempo:
-Tener un exceso de activación, tensión exagerada, sobresaltarse con facilidad, nerviosismo, demasiada sensibilidad ante ruidos, taquicardias.
-Sentir fatiga intensa, dolores corporales difusos e inespecíficos, dificultades para dormir, pérdida de apetito, cansancio, y esto es debido a que nuestro organismo está actuando por encima de los requerimientos normales.
En cuanto a las emociones que sentimos, es normal:
-Sentir odio, ira, sentirnos traicionados, incomprendidos, inseguros o suspicaces.
-Sentirnos tristes, apáticos y desesperanzados.
-Sentir ansiedad y miedo ante el futuro, ya que percibimos el mundo como un lugar amenazante.
-Estar impaciente e irritable con las personas cercanas, fruto de la tensión acumulada.
-También nos podemos sentir incapaces de llorar, de sufrir proporcionalmente a lo ocurrido, como si tuviéramos una anestesia emocional.
Y finalmente, qué es lo normal que se haga cuando se es víctima de una catástrofe:
-Lo más generalizado es tener una conducta reactiva de evitación. Se intenta evitar todas aquellas situaciones relacionadas con la tragedia, incluso con personas relacionadas con ésta, el medio de transporte donde ocurrió y las imágenes de televisión.
-Buscar el apoyo en los fármacos para superar la situación. Su uso se recomienda principalmente al inicio para ayudar al descanso y siempre bajo supervisión médica.
-Consolarse bebiendo bebidas alcohólicas de forma moderada. El abuso nunca es solución para superar el trauma y puede empeorar más la situación al aumentar el riesgo de descontrol emocional.
Tenemos que saber también que el no tener estas reacciones no significa que no se haya tenido una reacción normal, no existe una única manera de enfrentarse a estas experiencias, tan normal es correr como quedarse inmóvil, olvidar que recordar cada detalle, querer desahogarse como no querer hablar de ello. El aspecto positivo de todo esto es que después de pasar por el trauma surgen reacciones positivas: es frecuente que las personas cambien su manera de pensar, den otras prioridades en sus vidas, valoren más las compañías de otras personas, pasen más tiempos con aquellas personas que lo necesitaban y aprovechen mejor su tiempo disfrutando de su familia. (Foto de Roberto Taddeo)
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