Hasta finales del siglo XX se dio más importancia a los aspectos intelectuales y académicos de los alumnos que a los aspectos emocionales y sociales. Ahora, y bajo el paradigma de la psicología positiva, se ha encontrado evidencia empírica que demuestra que no es suficiente los primeros aspectos para garantizar el éxito académico.
La inteligencia emocional implica aquellas habilidades para razonar y procesar eficazmente las emociones ajenas y también las propias, utilizando esta información para guiar nuestros sentimientos y acciones. En el ámbito educativo no solo es necesaria en los alumnos sino también en los profesores.
Las habilidades emocionales pueden mejorar el rendimiento académico:
1. Facilitando el pensamiento.
2. Incrementando la motivación intrínseca.
3. Facilitando la interacción social.
4. Favoreciendo el equilibrio psicológico.
5. Contribuyendo positivamente al autoconcepto académico y fomento de las percepciones de autosufiencia.
Y para desarrollar la inteligencia emocional se aconseja:
Dejar que los alumnos expresen sus sentimientos y emociones, y por parte del profesor escuchar y expresar las propias emociones.
Mostrar que la persona con la que se trata es importante.
Enseñar que en la vida no siempre se tiene lo que se quiere.
Abordar la inteligencia emocional de manera transversal en las materias escolares.
Las actividades lúdicas y creativas son una forma divertida y eficaz de trabajar la inteligencia emocional con los niños. Algunas ideas de actividades que puedes realizar son:
- Crear un diccionario de emociones propio.
- Leer cuentos de emociones.
- Jugar con «el teatrillo de las emociones».
- Actividad con música, pintura y emociones.
- Juego DIY «laberinto de las emociones».
Foto portada: Gotcredit
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