Ser una persona optimista significa tender a tener buenas expectativas sobre el futuro que nos depara, pensar que las cosas van a ir bien. Esta aptitud, característica de nuestra personalidad, influye en nuestra salud.
Las personas optimistas se enfrentan de mejor manera a la adversidad, al enfrentarse a situaciones adversas tratan de ver lo positivo de éstas y de aceptarlas, en general mantienen mejores expectativas frente al futuro y piensan que con su trabajo y actitud positiva vivirán exitosamente, y además aceptan las cosas y situaciones a las que se enfrentan, pero que no pueden cambiar, y enfocan sus esfuerzos de superación sobre los aspectos de la vida que sí son susceptibles al cambio (Carver y cols., 1993).
Según Segerstrom y cols. (1993), existen dos tipos de optimismo: el optimismo disposicional y el optimismo situacional. El optimismo disposicional se refiere a una manera constante de enfrentar los hechos en la que se da la generalización de expectativas positivas de obtener buenos resultados, es decir, es un estilo de enfrentar la vida que involucra una disposición positiva. Por otro lado, se entiende por optimismo situacional al mecanismo que surge frente a un evento estresante y que permite enfrentar de la mejor forma dicho evento. No es una disposición o manera de enfrentar la vida constante, sino que se da frente a una situación particular, generalmente una situación estresante.
Con optimismo se reaccionas menos ante el estrés, desde el punto de vista fisiológico, y esta menor reactividad con el paso de los años es buena para nuestro cuerpo, alargaría nuestra vida y mejoraría la salud física: Según el estudio realizado por Räikkönen y cols. (1999), los adultos pesimistas y ansiosos tienen niveles más alterados de presión sanguínea y sienten de forma menos positiva que los optimistas adultos con baja ansiedad. Los resultados del estudio sugieren que el pesimismo trae consigo consecuencias fisiológicas y psicológicas.
El optimismo se asocia con menos problemas cardiovasculares y enfermedades serias, y con una mayor longevidad (estudio de Kubzanski, Sparrow, Vokonas yKawachi, 2001). En las personas que ya padecen una enfermedad como cáncer o un derrame cerebral, el optimismo se ha asociado con una menor recurrencia, menos complicaciones y mayor supervivencia (Helgesson y Fritz, 1999).
En general, se puede decir que el optimismo determina en gran medida la disposición de las personas frente a la vida, su bienestar físico y psicológico, y su percepción de bienestar y felicidad en general, por lo que es un aspecto muy importante de la personalidad.(Fuente principal del post: http://www.apsique.cl/wiki/SociOptimismo). Foto de Ryan Hyde
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