Un sesgo cognitivo es un efecto psicológico que altera la forma en que se procesa la información en nuestra mente generando distorsiones, juicios inexactos o interpretaciones fuera de lógica. Altera nuestra forma de razonar, la memoria y la manera en que percibimos el mundo (Tversky y Kahneman, 1072). El origen de los sesgos cognitivos está en un tipo de pensamiento que a veces usamos, los atajos mentales o heurísticos, que son reglas de decisión sencillas usadas para resolver problemas complejos, disminuyen la sobrecarga cognitiva pero, en contra, no son muy precisos.
4 sesgos que más nos pueden influir son los siguientes:
Sesgo de arrastre. o efecto vagón, es lo que se dice subirse al carro, consiste en apoyar una causa o comprar un producto por el simple hecho de estar de moda, su popularidad hace que lo percibamos como más deseable porque nos puede dar beneficios como reconocimiento social, fama o prestigio.
Sesgo de confirmación. Buscamos información que apoye nuestras ideas, entablamos amistad con personas afines a nuestras ideas o elegimos un periódico de ideas políticas afines a las nuestras. Este sesgo puede llevar a la polarización, y es un problema en las redes sociales con el funcionamiento de los algoritmos, ya que si vemos algún contenido sobre un tema concreto e interactuamos positivamente, nos volverá a salir contenido parecido. Lo ideal sería que obtuvieramos información y nos relacionáramos con personas, al menos algunas veces, que piensan o tienen gustos distintos a los nuestros. Nos enriquecería más, abriría nuestra mente y tendríamos mayor pensamiento crítico.
Efecto de anclaje. La información previa (el ancla) sobre algo nos influye al hacer juicios posteriores. Por ejemplo, al ver los precios en una carta de un restaurante, si vemos primero los más caros, estos quedan anclados y al ver a continuación otros productos más baratos, veremos con mejores ojos estos, aunque objetivamente el precio no sea realmente tan bueno. Otro ejemplo es cuando nos ofrecen un producto a un precio alto (ancla), pero con un descuento. el precio con descuento es más atractivo que si de entrada solo nos hubieran dado ese precio.
En un experimento famoso, realizado por Tversky y Kahneman (pioneros en economía conductual, y el último Premio Nobel de Economía), se pedía a los participantes que giraran primero una ruleta con números del 1 al 100, y a continuación se les preguntaba qué porcentaje de países africanos pertenecían a la ONU. Las dos cosas no tenían nada que ver, no estaba relacionado el número que saliera en la ruleta con la respuesta de la pregunta, es evidente. Los resultados fueron sorprendentes, los que sacaron un número bajo en la ruleta (este sería el ancla) habían respondido con un porcentaje bajo en la pregunta de los países africanos, los que obtuvieron un número alto, al azar, sus respuestas fueron un porcentaje mayor.
Efecto Dunning-Kruger o de confianza excesiva. Las personas menos capaces creen que tienen habilidad suficiente para realizar un trabajo, y al contrario, algunas personas capaces subestiman sus propias competencias. Un ejemplo claro lo tenemos en los casinos o bingos, donde se ven a personas muy confiadas en su buena «pericia» con la suerte.
No creas todo lo que piensas, utiliza el pensamiento crítico.
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