La ansiedad está presente en muchos de los trastornos psicológicos y psicosomáticos (aquellos procesos psíquicos que tiene influencia en lo somático u orgánico), y es el problema mental más frecuente. A diferencia del miedo, que se asocia a algún tipo de estímulo externo amenazante y perfectamente identificable, la ansiedad se puede definir como una reacción emocional que comprende un conjunto de respuestas tanto congitivas: experiencias de pánico, alarma, inquietud, preocupación, aprensión, obsesiones y pensamientos intrusivos, como fisiológicas-somáticas: incremento de la actividad del sistema nervioso autónomo en foma de temblores, incremento de la tensión muscular, agitación, respiración, vómitos palpitaciones,… y conductuales: cambios en los movimientos, expresiones faciales, posturas, así como las respuestas de evitación y escape de la situación que produce la ansiedad. Este sistema de respuestas pueden no ir juntas, a cada persona la afecta de una forma, es decir, existen distintos patrones de respuestas.
La ansiedad, que muchas veces es adaptativa, ya que permite estar alerta, sensible a la situación y aporta un nivel de motivación óptimo de afrontamiento, cuando se da con frecuencia y durante períodos prolongados sin que exista un peligro objetivo se vuelve desadaptativa y puede ser muy incapacitante. Un trastorno de ansiedad se da cuando hay síntomas de ansiedad, y estos son irracionales y excesivamente intensos, persistentes, perturbadores para la persona.
La última versión del Sistema de clasificación de los trastornos mentales, DSM-IV-TR, establece los siguientes tipos de trastornos de ansiedad:
-Trastorno de pánico.
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-Agorafobia.
-Fobia específica.
-Fobia social.
-Trastorno obsesivo-compulsivo.
-Trastorno de estrés postraumático.
-Trastorno de estrés agudo.
-Trastorno de ansiedad generalizada.
-Trastorno de ansiedad por condición médica general.
-Trastorno de ansiedad inducido por sustancias.
-Trastorno de ansiedad no especificado.
-Trastorno de ansiedad de separación.
Entre estos trastornos existe una gran comorbilidad (se presentan síntomas solapados de varios de ellos), y sólo un 38% de todos los casos de ansiedad recibe el diagnóstico de un único trastorno de ansiedad. Es la fobia específica (fobia a algo en concreto, un animal, una situación,…) la que más se presenta como trastorno secundario, y como diagnóstico principal la que menos diagnósticos secundarios tiene.
En relación con la depresión, ambas presentan una comorbilidad alta, hasta el punto de que coexisten síntomas de ansiedad y depresión y resulta muy difícil establecer un diagnóstico principal de una u otra. Así, es característico de la ansiedad el miedo, el pánico, el nerviosismo, la evitación, inestabilidad, la alta activación simpática, hipervigilancia, la percepción de amenaza y peligro. Es característico de la depresión la tristeza, la anhedonia (incapacidad de obtener placer con situaciones, objetos o personas), la apatía, las tendencias suicidas, la baja activación simpática, la pérdida de apetito, la inhibición psicomotora, los sentimientos de inutilidad y la percepción de pérdida. Y son comunes a las dos la irritabilidad, la preocupación, la baja concentración, el insomnio, la fatiga, la agitación psicomotora, el llanto, los sentimientos de inferioridad, la culpa y la baja autoestima.
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