Los trastornos disociativos son aquellos en los que está deteriorada la integración normal de la emoción, la conciencia, la sensación, el movimiento y/o el pensamiento, sin que haya desintegración de estas funciones como en la esquizofrenia. Según el sistema de clasificación de trastornos mentales CIE-10, el rasgo común que comparten los trastornos disociativos es la pérdida parcial o completa de la integración normal entre ciertos recuerdos del pasado, la conciencia de la propia identidad, ciertas sensaciones inmediatas y el control de los movimientos corporales. Suele haber estresores agudos o crónicos, por lo que se ha considerado como modalidades de trastorno por estrés postraumático.
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Uno de estos trastornos es el de personalidad múltiple, que es infrecuente pero que ha fascinado a escritores y cineastas ( por ejemplo en películas como Psicosis o Identidad, protagonizada por John Cusack, la imagen de arriba). Este trastorno parece que se inicia en la infancia aunque pasa desapercibido y suele diagnosticarse con más frecuencia en mujeres que hombres. Según el sistema de clasificación de trastornos DSM-IV-TR, los criterios de diagnóstico que se deben cumplir son la presencia de dos o más identidades distintas o estado de personalidad, dos de estas identidades toman el control de la conducta de forma repetitiva, hay incapacidad de recordar información personal importante y no es debida a los efectos directos de sustancias como drogas o alcohol. Las distintas personalidades pueden aparecer simultáneamente o de forma sucesiva, siendo el caso más habitual la primera, y dentro de ésta la amnesia puede ser simétrica o asimétrica, según se conozcan o no y compartan sus memorias. Así, se pueden dar casos de que se converse entre las distintas personalidades manteniendo la propia individualidad o que las personalidades no se conozcan entre sí ni compartan la memoria. Un tercer caso es el de la agrupaciones de personalidades.
Respecto al estado de conciencia de una personalidad a veces una de ellas puede vivir de forma separada a aquella, como debajo de la superficie, dominando otra de ellas: una puede seguir funcionando, pensando, sintiendo, aunque sea la otra que controle la vida mental en ese momento, a esto se le llama coconciencia. Este término fue acuñado por Prince (1905) que en una de sus citas dijo «C» está dando ahora los buenos días al Dr. Prince…, pero aunque sea ella (C) quien estrecha la mano, soy yo (B) quien está sintiendo que la mano del doctor está muy fría esta mañana».
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