La hipnosis desde un punto de vista subjetivo.

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Jaime Miranda, psicólogo y autor del blog Psicología y actividades nos ofrece una visión desde un punto de vista personal de la hipnosis en este post:

He leído en la red muchos artículos sobre hipnosis clínica, algunos de ellos muy buenos, e incluso escuchado podcast con sesiones más o menos completas sobre inducción hipnótica. La información que existe sobre hipnosis está cada vez más extendida, y sin embargo, aún no se ha desmontado por completo la mitología al respecto. Hace pocos años, al proponerle a una compañera de trabajo que no era psicóloga una sesión de hipnosis, me contestó un aterrada – no pienso dejar que hurguen en mi mente – como si fuera a destapar su caja de Pandora. Entre compañeros psicólogos, algunos me preguntan con sorpresa si realmente funciona.

No me queda más remedio que preguntar, ¿para ti, qué significa que funcione?

Lo que suelo hacer es contar mi propia experiencia. Soy de una familia de escépticos. Mi abuelo solía decir “si no creo en el Dios verdadero, ¿cómo voy a creer en los otros?” y ese “otros” englobaba todo lo demás. Mi abuelo era un nihilista con mucho sentido del humor, claro.  Como escéptico, me gusta experimentar para creer. He pasado por meditación, EMDR, terapia, coaching e hipnosis para formarme, para experimentar, y finalmente, para revivir, por el placer o la mejora que ello supone.

La primera vez que experimenté con hipnosis fue hace años, probando en clase la sugestionabilidad con la escala de Barber. La hipnosis, le gustaba decir a uno de mis profesores, es un juego de imaginación. Ese concepto me facilitó la labor. Yo pensé “¡Eh! Yo tengo mucha imaginación” y fluí – un concepto muy en boga – Uso esa misma concepción con clientes. Considero que así no se sienten presionados, no tienen la expectativa de ser “bien hipnotizados”.

Cerré los ojos, escuché las instrucciones, y me dejé llevar por la imaginación, ese “estado del alma” tan neoplatónico y tan poético. Al poco rato experimenté una sensación de calor, como ese momento en el que uno está a gusto en la cama, antes de caer dormido. Mis ojos se movieron como en una fase REM y una lágrima se me escapó mejilla abajo. Sin embargo, yo seguí allí. Seguía teniendo el control. Seguía escuchando a mi compañera, que hacía las veces de hipnotizador, y el murmullo de las personas alrededor. No me importaba. No influían. Eran el paisaje. Elevé el brazo imaginando que estaba atado a un globo de gas, sentí la garganta seca porque imaginé que atravesaba un desierto, e incluso tosí al fin del ejercicio cuando ya despierto escuché una palmada.

Hubo un momento mágico, en el que sentí el llamado “efecto observador”. Pocas veces en mi vida habré vivido algo tan parecido a los míticos viajes astrales (No, en los viajes astrales no creo) Hubo un momento en el que sentí que estaba viéndome hacer lo que estaba haciendo, que era testigo de mí mismo.

En ningún momento perdí el control. Mi fisiología no me traicionó, no hice nada ridículo ni extraordinario, no levité, no maté a nadie, y mi compañera no me llama por teléfono para que cometa crímenes por la noche como en la película de Woody Allen.

La hipnosis es un proceso voluntario. Sólo quien quiere puede ser hipnotizado, y yo quería. La hipnosis es un proceso que me resulta agradable. Sólo la inducción, me provoca un estado de relajación que subjetivamente es más poderoso que aquél al que llego con otras técnicas que conozco, y con la ventaja de que es eficiente, me lleva poco tiempo, incluso si practico autoinducción –toda hipnosis es autohipnosis, dice la escuela en la que me incluyo-. Me ha llevado poco tiempo conseguir entrenamiento para ello.

No voy a entrar demasiado en el tratamiento posterior, o en su durabilidad, sobre los que aún hay estudios en marcha, polémicas, etc. Sí,he de recordar que hay casos de analgesia documentados, que cualquier tiempo sin fumar está bien y que la sensación de los sujetos es en general positiva, lo que ya hace valiosa la técnica per se. Recordaré también, en nombre de la ética y la deontología, que para hipnotizar no hace falta un clínico, pero sí para aprovechar la hipnosis en modificación de conducta.

Como despedida, animaré a quien esté interesado a acercarse a un profesional que le explique, le asesore, y con quien pueda compartir sus expectativas sobre esta técnica.

Jaime Miranda.

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